La deshidratación es un problema común en las personas mayores, especialmente en aquellos que viven en residencias para personas mayores o que tienen problemas de movilidad o cognitivos. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo pierde la capacidad de retener agua, lo que significa que somos más propensos a la deshidratación.
La deshidratación puede ser causada por una variedad de factores, como una ingesta insuficiente de líquidos, sudoración excesiva, diuréticos y otras medicaciones, vómitos o diarrea. Los síntomas de la deshidratación en las personas mayores pueden ser diferentes de los síntomas en los jóvenes, lo que puede dificultar su diagnóstico. Los síntomas pueden incluir confusión, mareo, sequedad en la boca y en la piel, debilidad, fatiga, dolor de cabeza y disminución de la orina.
Es importante que las personas mayores beban suficiente líquido, incluso si no tienen sed. Los líquidos pueden provenir de agua, zumos, leche, sopas y alimentos ricos en agua, como frutas y verduras. Los cuidadores y familiares deben estar atentos a los síntomas de la deshidratación y asegurarse de que las personas mayores tengan acceso a suficiente líquido. Además, se deben evitar los diuréticos innecesarios y las medicaciones que puedan aumentar el riesgo de deshidratación.
¿Por qué hay más riesgo de sufrir deshidratación en la vejez?
Hay algunos factores asociados a la edad que llevan a que haya mayor riesgo de deshidratación en adultos mayores que en el resto. Al envejecer se producen una serie de cambios fisiológicos que favorecen la pérdida del equilibrio hídrico.
Las principales razones por las que hay mayor riesgo de deshidratación en adultos mayores son las siguientes:
- Agua corporal: al envejecer hay menos contenido total de agua en el cuerpo. Se estima que a los 80 años hay entre 4 y 6 litros internos menos que a los 20.
- Menor sensación de sed: las personas mayores suelen tener menor sensación de sed que las más jóvenes. Esto lleva a que no beban suficientes líquidos.
- Deterioro de la función renal: con la edad se reduce la capacidad de los riñones para conservar el agua. Así mismo, estos órganos responden cada vez menos a la hormona antidiurética.
- Enfermedades: algunas patologías hacen que se pierdan más líquidos.
- Limitaciones de la edad: a veces el adulto mayor no tiene fácil acceso a los líquidos o no es consciente de su importancia.
- Medicamentos: las personas mayores suelen tomar medicamentos y es posible que algunos de ellos tengan efectos diuréticos.
¿Cómo prevenirla?
Para prevenir la deshidratación en personas mayores, se pueden seguir algunas recomendaciones:
- Asegurarse de que la persona mayor beba suficiente líquido, incluso si no tiene sed. Se recomienda beber al menos 8 vasos de agua al día.
- Ofrecer líquidos atractivos y variados como agua, jugos naturales, infusiones de hierbas y sopas. Se debe evitar el exceso de bebidas con cafeína o alcohol ya que pueden aumentar la pérdida de líquidos.
- Incorporar alimentos ricos en agua en la dieta como frutas (sandía, melón, piña, naranja, etc.) y verduras (pepino, lechuga, tomate, apio, zanahoria, etc.
- Mantener una temperatura adecuada en la vivienda, evitando temperaturas extremas de frío o calor.
- Evitar la exposición prolongada al sol o a ambientes calurosos.
- Fomentar la actividad física moderada, ya que el sudor ayuda a eliminar líquidos del cuerpo.
- Vigilar la ingesta de medicamentos diuréticos y ajustarlos cuando sea necesario.
- Realizar un seguimiento de los signos y síntomas de la deshidratación, como la sequedad de boca y la disminución de la orina, y actuar rápidamente si se detectan.
Es importante que los cuidadores y familiares estén atentos a los signos de deshidratación y tomen medidas preventivas para evitar que se produzca. La prevención es fundamental para garantizar el bienestar y la salud de las personas mayores